dissabte, 27 de març del 2010

Llegada a Tokyo

Nada más llegar al aeropuerto de Narita, antes de recoger la maleta facturada, tuvimos que pasar el control de inmigración. Allí entregamos los dos formularios que nos habían dado durante el vuelo, completamente rellenados con datos como nuestros nombres, pasaportes, días de permanencia en el país, cuánto dinero habíamos llevado, nuestro primer lugar de estancia, y también el aeropuerto origen de nuestro vuelo.
Después del control de inmigración (en el que te hacen una foto y te cogen la huella dactilar), fuimos a recoger la maleta y de ahí a las oficinas del Japan Rail. En estas oficinas validamos nuestro Japan Rail Pass para comenzar a utilizarlo al día siguiente. También compramos un par de billetes de Narita Express para llegar desde el aeropuerto a la estación de Shinagawa, y de ahí coger un tren de la linea del Japan Rail hasta Tamachi, una estación, cerca de la cual estaba nuestro hotel. Los billetes nos costaron 6600 yenes más o menos, unos 30 euros por cabeza. No teníamos más remedio pues habíamos calculado que el Japan Rail Pass nos llegara hasta el día de visita a Nikko, que era un viaje más caro que no del aeropuerto hasta el hotel.
Cogimos el Narita Express en el aeropuerto, y tras un camino de una hora (creo recordar) llegamos a Shinagawa, y allí cogimos el tren que nos llevó a Tamachi. En la estación de Tamachi nos costó situarnos pero no nos perdimos, y conseguimos llegar sin problemas hasta el hotel Villa Fontaine, que nos había costado 13000 yenes (unos 110 euros) por una noche con desayuno. La relación calidad-precio (para lo que es Tokyo) nos pareció muy buena pues la habitación era amplia, la cama perfecta y el desayuno completo (estilo japones+occidental). Fue curioso desayunar en el vestíbulo del hotel, en el que ponían las mesas para la hora de desayunar y luego las retiraban, dejando el vestíbulo de nuevo despejado.
La primera tarde, tras dormir un par de horas para intentar evitar los problemas del jet lag, decidimos dedicarlos a ir a la estación de Shinagawa a hacer las reservas para nuestro viaje del día siguiente a Kyoto (no sabíamos que podíamos hacer la reserva en la misma estación de Tamachi). La reserva no es necesaria pues se disponen cinco vagones para viajeros sin reserva, pero te evita posibles problemas, sobretodo en fechas como esas en las que la gente se desplaza masivamente a Kyoto para ver los cerezos en flor.
Tras hacer la reserva nos dirigimos a Shibuya con el Japan Rail, creo que nos costó 190 yenes por cabeza. La salida que escogimos no fue la mejor pues nos dejó al lado de un puente bastante alejados del centro de Shibuya. Luego nos dimos cuenta que teníamos que haber salido por Hachiko (nombre de la estatua del perro que permaneció al lado de la tumba de su dueño cuando este murió). Hasta que llegamos al centro de Shibuya dimos unas cuantas vueltas perdiéndonos por calles semivacías. Cenamos en un local de comida sencillas, una sopa de cebolla para mí y una de maíz para Silvia. Digamos que pagamos la novatada. Tras cenar seguimos caminando hasta llegar por fin al centro de Shibuya, donde se encuentra su famoso cruce (mejor dicho, sus famosos cruces) y la estatua de Hachiko, así como el edificio 109. Subimos al Starbucks Coffee y allí nos tomamos unos capuchinos mientras veíamos la gente cruzar la calle en oleadas.
Después del café seguimos dando una vuelta por Shibuya, viendo sus rascacielos, observando a la gente, escuchando la cantidad de sonido que surgía de no se sabe donde y que llenaba las calles de ruidos ensordecedores que harían las delicias del alcalde de Barcelona.
Volvimos a Hachiko y allí nos perdimos por sus callejuelas, donde vimos pachinkos y pequeños y atractivos restaurantes japoneses.
Cuando ya no podíamos más de cansancio decidimos coger el Japan Rail de vuelta a Tamachi.
Antes de meternos en la cama nos hicimos unos masajes en los pies con una máquina infernal que había en la habitación, e hicimos unas fotos de la Tokyo Tower, que sobresalía entre el resto de luces de Tokyo. Por fin a medianoche nos hemos metido en la cama.


-----------------------  MENSAJE ORIGINAL ---------------------------


Despues de una parada de 6 horas en Munich, 12 horas de vuelo hasta Tokyo, una hora entre pasar el control de inmigracion y recoger equipaje, otra hora para validar el Japan Rail Pass, una hora mas de Narita Express mas un cuarto de hora para llegar hasta el Hotel Villa Fontaine de Tamachi, por fin hemos podido descansar. El viaje ha durado 26 horas y media, desde que nos levantamos el jueves a las 4:15, hasta que llegamos a las 14:45  del viernes, hora de Japon, 6:45, hora en Barcelona.

El viaje con Lufthansa ha sido cansado, pero comodo dentro de lo que cabe. Al llegar al hotel hemos dormido un par de horas. Luego hemos salido a reservar el asiento en el Shinkansen Hiraki de las 10:40 de manyana a Kyoto. Esta reserva no se puede hacer desde el aeropuerto de Narita pues tienen ya mucho jaleo con las validaciones. En principio queriamos reservar a las 8 de la manyana, pero solo quedaban asientos en vagones de fumadores, por lo que hemos cogido el primer tren disponible.

Despues de reservar el asiento, hemos ido a dar una vuelta por el barrio de Shibuya. Hemos aparecido por una salida que no era la mas propicia y hemos tardado hora y media en llegar a la zona interesante de neones, cruces de paso cebra increibles, pachinkos (casas de juegos) y grandes tiendas.

Hemos regresado al hotel a eso de la medianoche. Manyana toca levantarse a las 7 de la manyana.

2 comentaris:

  1. Por fin!!!!! Esperavem amb candeletes vuestras noticias, y ya las tenemos!!!! Uauuu!!! Sóis tan objetivos con el relato que no sabemos si os ha impresionado o estábais demasiado cansados para dejaros impresionar!

    UN BESO MUY GRANDE!

    ResponElimina
  2. Hola M&M, nos ha impresionado desde luego. Le hemos hecho un mogollon de fotos al cruce de Shibuya. Y tb hemos flipado con los pachinkos, jjejee
    Un abrazo

    ResponElimina